jueves, 4 de diciembre de 2008



Tienes razón en decir que soy muy raro; lo soy, y no solo raro, sino más bien diferente.

Mi esencia es muy distinta a la tuya y de cualquier ser humano… no lo somos… o tal vez debería decir: no lo fuimos.

Mi nombre es tan antiguo como las raíces de los árboles que fundaron estas tierras; tan antiguo que sólo el viento de pocos bosques podría ya pronunciarlo.

He vivido épocas inmemoriales, épocas de honor, de gloria; vi nacer al hombre, y lo guiamos, creímos en él, confiamos en él…

Pero la vida sólo se alimenta de vida… y yo soy vida.

Podría despertar los secretos más ocultos del mar; podría levantar de la tierra a los seres más poderosos; las tormentas duermen en mi mano izquierda y con una sola mirada podría manipular la energía contenida en cualquier materia…

Pero el tiempo es ya diferente… pero no quiero… pero no tengo ni encuentro una sola razón para ello; todo lo que alguna vez me pudo haber inspirado ha desaparecido; no encuentro una sola razón para hacer volver a la belleza si no hay con quien compartirla; si no hay con quien disfrutarla…

Y no, inmortal no soy, aunque tal vez en comparación a lo mínima que es tu vida así te lo parezca. Pero el precio de la eternidad es siempre la soledad… y a veces la esperanza de las profecías pareciera más el sueño de alguien que se ha inventado una realidad alterna…

Tal vez sí debí irme cuando los míos se marcharon… tal vez no debí creer con tanta fe y pasión en los humanos… tal vez ese último vuelo era en realidad un nuevo comienzo para y con los míos… tal vez sí debí haber volado…

Bañados en magia que en realidad no lo era, nuestra esencia acrecentada por nuestra unión; y mientras más éramos, más poderosos; la palabra familia en su más sublime significado…





Pero este soy yo… y siempre he sido así, el de la fe, el de la esperanza, el de los sueños, el que no deja de luchar aun sabiendo que la batalla se ha perdido… el que aun con la nariz sangrando, no dejará nunca de brincar charcos.





Fue tan bello… pero esta vez me basto sólo una experiencia para aprender; siempre terminará siendo igual; a menos que encuentre pronto a alguien de mi misma esencia, tendré que volver a huir; desaparecer en las profundidades hasta que el recuerdo de mí se haya desvanecido; hasta que pueda regresar y no haya nadie que guarde en su memoria algo de mí, tal como desde hace seiscientos años nos hemos visto obligados a hacer…
Pero será lo mejor… dormir y no aferrarse; ya no hay nadie aquí; nadie que merezca descubrir los secretos que la vida misma decidió ocultar del ser humano.





Es hermoso y lo llena todo de belleza y pureza… a todo le da sentido el saber que los volveré a ver, que volveré a ustedes, que volveremos a ser uno; y comprendo la necesidad y el valor de no hacerlo sólo, de necesitar encontrar a alguien más para por fin poder hacerlo… pero cada luxo en soledad se convierte en mi principal desalentador… en verdad existe?

Starálfur – Ishtar


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